Oleo Carrió, Francisco
BIOGRAFIA
Se doctoró en medicina en Pisa (Italia) en 1796.
Compañero y amigo de Samponts, Cibat, Ametller o Evinent, fue el primero en enviar, desde Barcelona, el 20 de marzo de 1801, el “pus vacúnico” para los niños mallorquines por lo que debe ser considerado como el introductor de la vacuna antivariólica de Jenner.
En 1803 reiteró el grado de medicina en la Universidad de Mallorca. Tenía también estudios de física, química y matemáticas. De esta última disciplina fue nombrado catedrático por el Ayuntamiento en 1808. Combatió las epidemias de peste de Son Servera y Artà (1820) y Palma (1821); intervino asimismo en la epidemia de fiebre amarilla de 1824 y dispuso un plan curativo que le fue solicitado por la Junta Superior de Sanidad de Cataluña. En atención a sus méritos fue nombrado por la Diputación Provincial catedrático de matemáticas en 1820, en 1822 examinador de los maestros superiores de primeras letras, y facultativo en 1831 y 1835, de las Juntas de agravios y revisión para el reemplazo. Vocal de la Junta Superior de Sanidad en 1821, juez de hecho para los juicios de imprenta, de la Diputación y del Ayuntamiento, entre 1821-23.
Socio fundador de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Palma, fue elegido vicepresidente en marzo de 1831, convirtiéndose así en el primer vicepresidente electo de la institución. Reelegido al año siguiente, ocupó el cargo hasta 1834. En 1833 leyó el discurso inaugural de curso de la Real Academia, titulado “Sobre la utilidad que resulta del establecimiento de las reales Academias Médico-quirúrgicas”. En 1836 fue elegido depositario de la institución.
Miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País (1834), es autor de Plan de desinfección del pueblo de Artà (1820), Plan preservativo y curativo de las enfermedades contagiosas de Son Servera y Artà (1820) e Instrucción que deberá observarse en la ejecución del plan de espurgo y desinfección de las casas (1821).
Hombre de trato afable, era gran conocedor de la literatura “patria y latina”. Políglota, dominaba, amén de la lengua catalana y castellana, el latín, el francés, el inglés y el italiano. Mateo Castellá, compañero suyo en las labores académicas, dedicó a su figura y obra el Elogio fúnebre del doctor en medicina Francisco Oleo y Carrió (Palma, 1840), que leyó en la Real Academia el 15 de mayo de 1839.
MTS