Mosconi, Judà
BIOGRAFIA
En la documentación coetánea es llamado también Lleó Grech i Jahudà Mosconi. Se instaló en Mallorca hacia la segunda mitad de su vida. En 1354 era médico del rey Pedro el Ceremonioso. En 1357 residía en Sineu, en una vivienda alquilada a un cristiano. Este le reclamaba los daños causados a su casa, por el apedreamiento que había tenido lugar el Viernes Santo, fecha en que las algarabías antisemitas menudeaban en la Mallorca del siglo XIV.
En 1358 estaba contratado por la villa de Inca. para atender a los enfermos de la misma. Por ello se le consideraba vecino de esta localidad, aunque al mismo tiempo poseyera otra residencia en Palma. En 1359 el gobernador de Mallorca requirió al batle de Inca para que le abonasen las cantidades que se le adeudaban.
En 1365 viajó a Tlemcén. Era un erudito bien conocido en el campo de la literatura rabínica, según parece reflejado en una obra suya, que escribió en Mallorca entre 1368 y 1370, titulada Supercomentario de Ibn Ezra sobre el Pentateuco. Dentro de la literatura de este género se incluye también el “Prefacio” al Yonpon. Por el inventario de todos sus bienes se sabe que, además de la medicina, ejerció la cirugía, ya que además de un significativo número de textos quirúrgicos, poseía útiles técnicos que eran de uso exclusivo para actividades propias del arte quirúrgico.
Poseedor de una de las más destacadas bibliotecas de la isla en su época, contaba con la respetable cifra, para aquellos tiempos, de ciento cincuenta y tres volúmenes, al parecer todos en hebreo. El inventario y subasta de la misma, realizado al fallecer su propietario, ha permitido conocer determinados aspectos de sus inquietudes e intereses intelectuales. Destaca especialmente el grupo de obras filosóficas y de materia religiosa judaica. Al campo de la medicina pertenece el segundo núcleo de textos científicos que la integran.
Son lógicamente, numerosas las obras de autores judíos que cultivaron la medicina, bien como traductores o bien como autores de obras originales, entre las cuales se encuentra una representación casi exhaustiva de los autores accesibles para aquellos tiempos.
Especialmente significativas en este sentido son las obras de autores árabes, especialmente las de Avicena, en esos momentos autor del más alto prestigio dentro del mundo médico. Un número también importante son las dedicadas a la farmacología, área ésta por la que debía experimentar un especial interés. Dos grupos de especial relieve son el de las obras de astrología judiciaria de necesaria aplicación a la medicina y el del llamado “Aristóteles biológico”, que incluía textos dedicados a la zoología y a la botánica, así como a cuestiones de anatomía comparada. A este último pertenecen varias obras que revestían especial interés para los médicos medievales, ya que constituían el imprescindible currículum biológico para el abordaje de determinados problemas de la ciencia médica. La obra aristotélica constituía, asimismo, la base del racionalismo averroista, en el cual se fundamentaba el mundo científico de la época.
Al fallecer, sus bienes fueron vendidos por sus herederos en pública subasta. En la almoneda de los libros de su espléndida biblioteca, adquirieron obras de toda índole la práctica totalidad de los miembros de la comunidad intelectual judía, en esos momentos residente en el call de Palma. Al año siguiente, el rey Pedro el Ceremonioso, solicitó al gobernador de Mallorca diversos libros de la biblioteca de este médico.
ACM